JOSÉ FRAU RUIZ




José Frau Ruiz nació en Vigo, el 15 de mayo de 1898, en el desaparecido cuartel que la Guardia Civil, sección de Fronteras, tuvo en la calle Magallanes, semi esquina a María Berdiales, junto al también derruido Cinema Radio, ya que su padre pertenecía a dicho cuerpo y tenía vivienda en el cuartel.

La primera infancia del futuro pintor transcurre en nuestra ciudad. El nos contaba que los rosas inefables de sus paisajes eran los que veía al amanecer, contemplando la bahía, en el descampado que después sería la Plaza de Portugal.

Deambuló por España. Republicano fiel, hubo de exiliarse al concluir la guerra civil. En México transcurrieron años importantes de su creación, hasta que regresó a España y se estableció en Olmeda de las Fuentes, pueblo de Guadalajara hoy famoso por ser residencia de varios artistas notables. Ganó primera medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes, preciadísimo galardón que su hija Elena regaló al museo de Castrelos, complementando la serie de obras que donó su padre y que constituyen sala monográfica.

Hace algún tiempo pedimos para él una calle en la ciudad, y la tiene, una lateral de la Comisaría de López Mora.

El Concello le dedicó una muestra antológica en la Casa das Artes, pero bien merece Frau una monografía amplia, que complemente las relativamente reducidas que, repetidamente, hemos escrito sobre su vida y obra.

La pintura de José Frau es personal e inconfundible. De recia materia y lirismo irrenunciable, sencilla y como elemental, podría ilustrar la mejor poesía de Juan Ramón Jiménez. El famoso «Platero» del poeta andaluz se encontraría a gusto trotando por los ámbitos ideales creados por el artista vigués, quien, acaso, pensó en el inmortal asnillo literario para algunos de sus cuadros.

Frau era alto, recio pero no corpulento. Rostro alargado, cabello liso, canoso, manos grandes y hablar pausado, jamás levantaba la voz. No gesticulaba, y menos aún, presumía nunca de su talento.

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